¡Ya está lista la cena!
Mientras me disponía a revisar que actividad tendría que realizar a lo largo de la semana, me dispuse a tomar un respiro, cambié de actitud y sentí como mi cuerpo se disponía a acomodar cada uno de mis órganos y pensamientos en orden, necesitaba convertir mis anhelos en requerimientos para dar lo máximo de mi, pero cómo iba poder lograrlo en este momento, me encontraba distraído de mis quehaceres, acompañado de la soledad que es muy común en mí. Fue de esa manera que recordé bajar al sótano a encontrarme con mi más culpable y deseable gusto, los tonos oscuros del pasillo, que no dejaban atravesar ninguna luz natural, en la que solo un candil me acompañaba para mostrarme el lugar indicado por los expertos para mantener el sabor y las propiedades de un buen vino, compensando todos aquellos procesos que gran falta le hacen a los viñedos hoy en día, en donde solo se busca vender por toneladas cajas llenas de botellas sin sabor. Escoger la botella que esa noche acompañaría mis deseos, serí