Tizne de Chimenea
Cada perfecto silencio que se interpone entre los laureles te mostrará a lo lejos encuentros de tiempos perdidos en el mismo tiempo, brillarán tus ojos al sentir la brisa del mar rompiendo las olas en tus mejillas llenas de años, entrarás a casa sabiendo que hay un profundo precipicio en tus sueños, aun sabiendo que hay lugares inexplorados, continuarás dentro de esa misma casa buscando quien ha clausurado las puertas y ventanas que enseñaban las montañas, quizá fuiste tu misma aun sabiendo que en la vida los tiempos se irían al igual que ese amor de verano.
Muy bien es tiempo de contarlo, este no será el primer encuentro que tendrás con ese pasado insólito ni mucho menos será un grato recuerdo pero aseguro que será un buen día frente a la chimenea, tomarás como siempre esa taza de té y avanzarás lentamente a ese cómodo sofá que adorna la sala de estar, tus pies descalzos sentirán lo rugoso de la alfombra que ya tiene casi la misma edad de la hija mayor de los vecinos, sin embargo, se encuentra en la misma posición desde hace varias décadas, no finjas que el tiempo no ha pasado por tu cuerpo, si bien sabemos dónde han caminado esas piernas y cuantas ciudades han contemplado esa belleza juvenil, ahora bien ya en la comodidad de tu hogar decides encender la fogata, al parecer no cuentas con suficientes maderos para terminar este invierno, no temes al saber que será uno de los más fríos pues cada mañana ha sido un reflejo de la frescura del día a día.
Los pinos han dejado de mecerse, eso indica que es momento de adentrarte en esas viejas fotografías, la primera no hace que se acelere el pulso, la segunda y la tercera solo te recuerdan esa infancia de un color sepia y así continúas hasta llegar a la que comienza a remover sentimientos, lo ves ahí justo como lo recuerdas en tu cabeza, la misma camisa azul, ese pantalón de mezclilla aun más azul que el mismo cielo, la sonrisa en sus labios, siempre fue un tímido para mostrar sus dientes, ese elegante peinado que tanto te gustaba tocar, recuerdas ese día en el parque y te empieza a rodar la primer lágrima, mientras eso pasa, tomas un sorbo de ese té, continúas observando el álbum y prefieres cortar todas y cada una de las páginas restantes, insistes en no regresar a ese pasado que te sigue observando en sueños, a lo lejos comienza a escucharse la lluvia que tanto adoras, misma que hace de ti una soñadora, gota a gota disfrutas el golpeteo el las viejas láminas que tu padre instaló cuando a penas tenías veintinueve, esos recuerdos se ponen emotivos, sientes con tu mano la temperatura de esa taza de té, al parecer han pasado los minutos, las horas y el mismo frío a consumido su calor, vuelves tu atención a la lluvia, es probable que comience a filtrarse un poco de agua por el techo de la habitación grande, tu temor es que se mojen los muebles de caoba y pino, sabiendo el esfuerzo que durante la juventud hiciste para poder adquirirlos, al momento en que colocas baldes y jarrones donde ya sabes que caerán las gotas, comienzas a respirar ese bello olor que solo el agua y la tierra pueden lograr, el jardín brilla de tan mojado, en la puerta principal se encuentra alguien golpeteando fuertemente, como si el oído hubiese dejado de funcionar, hay temor pues han pasado varias horas en que ha estado lloviendo, no se veía ni una sola alma cruzar las calles o rondar los alrededores, siguen y siguen golpeando la puerta casi con unas ganas de tumbarla, con sigilo acercas sin hacer un solo ruido y terminan esos estruendos que azotaban como lo hacen las olas contra las rocas de esa playa que tanto amabas visitar, fueron tantos momentos vividos con él, tomas la perilla, quitas el seguro, comienzas a girarla lentamente y justo en ese momento en que sabes que abrirá, se traba como si alguien por fuera sostuviera para que no pueda abrirse, no se siente que gire más aunque pones la fuerza que creías ya no tener, comienzan los nervios y el sudor se interpone entre el acero y la palma de la mano cuando de pronto, algo empuja desde afuera y no lo puedes creer, la puerta abre y ¡oh! sorpresa, ha llegado el momento de afrontar una realidad que era inevitable, la piel se comienza a erizar, las pupilas se dilatan, la sorpresa es tan grande que un último latido, el último té, la última lluvia, el ultimo roce de pies, el último petricor, un último calor, un sueño interrumpido y ha caído la ultima hoja del otoño.
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