Las calles marcadas en el engaño 2/10/1968
Se desplomaban luces de colores como si los satélites artificiales perdieran el rumbo, todos y cada uno se encontraban formados, orden y sensatez por una injusta relación hacia la ansiedad, necesidad y justicia, era necesario caminar y dar paso firme sobre las peticiones, en cambio contra él, la arrogancia y la egolatría se apoderaba de un México, ese que con tanta sed y hambre no vislumbraba más allá de la pobreza, la alerta del momento fue y la incredulidad se apoderó de tantos y tantos que no hubo opción de nada, satélites y más satélites, fue el comienzo, en el segundo pues no hubo minutos para algunos, solo para aquellos que la suerte los acompañó, se perdían los guerreros, esos Aztecas que se fueron desvaneciendo entre las huellas de sangre, tal cual la época de la conquista, de esa manera se veían montones y montones de ellos en un avance fijo con la opción única por el mando de asesinar a sangre fría, matar y matar, eso que inició en septiembre y que se venía planeando meses atrás estaba siendo reprimido por él, cada uno de los guerreros se dispersaban para esquivar la lluvia de plomos y plomos, cómo se pudo se avanzó, pero al parecer estaba todo planeado desde ya tiempo, la plaza se tiñó de rojo mientras los líderes fueron sometidos uno a uno y derrocados de las alturas de esas torres que rodeaban a los asistentes, guantes blancos se observaban, libros contra fuerza desmedida y armas mortales, tal cual no había ninguna ventaja sobre el guante que uno a uno con brutalidad fue arrastrado hasta camiones que los transportarían a su última parada en la vida, nuestros corazones.
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