De brazos vencidos
La cristalina marea de un digno, delicioso y buen vino, un roce significativo de labios en conjunto a un tierno queso que se desliza por paladares en numeradas ocasiones, tres canciones del lado b, repitiéndose una y otra vez, al cántico luminoso estelar le hace falta el destello de la luna, solo así pudiera ser perfecta, verdaderamente perfecta ésta noche.
¡Quien pueda corra a los brazos de la tierra!, una y otra vez se repetía la frase en su cabeza, el eco no cesaba, árboles de llanos lejanos, copas que a poco y tocaban las fugaces al pasar, mientras tanto neblina que parecía brotar de las rocas y musgos que a ellas cubrían, la furia entonaba cánticos sonoros que perplejo dejaban ya entrada en madrugada, así los cantares de la tierra se filtraban en el sin fin de melodías de bichos ansiosos de sangre y humedad.
¿De qué trata tanta sensación en el ambiente? implorar es indispensable en lugares oscuros, cuando el miedo incrementa los sentidos se agudizan, frío susurra lentamente cuando los bellos erizan la piel, inminente no voltear atrás, olores característicos del río, caminar es necesario siempre en linea recta para no caer, al menos mantener un paso firme sin poder ver más allá de los pocos centímetros iluminados al frente, murmullos a cada paso, vencidos ya los brazos, con pupilas dilatadas, harto de soledad, solo un deseo en mente, llegar dónde el primer rayo solar permita darle luz al último día.
No hay lugar, avanzar desmotiva, seguir mata, la muerte señala llevándose a su paso sin nada dejar, la rutina no volverá acontecer, las mañanas de atrocidad se irán, batallar en prevalecer improcedente resulta, fácil será accidentar sentires de antaño rencor por un querer, basta desafiar al ciclo vital anunciando mal trato, se queda con la vista perdida con enfoque a que nada sucedió.
Sucumbe el actuar frágil, las ansias implican un menor soporte de rotulas, ya viendo venir los cascajos de monolitos la profundidad del ser se inmuta, delatando temores más no pensamientos característicos de soledades por días, más cuenta no ver el pasado y se prefiere aferrar las garras en momentos idóneos de rutas por seguir, el bien hablar no vale sin quién necesite del saber cuan abundantes serán las conversadas, una, otra y otra vez, esto no se calma, ¿quién conoce la calma? sin demora ni colapses es imposible el arribo, si aun y tomando las precauciones se imposibilita el avance, es prescindible hacerse a un lado y dejar que quien venga continué tras haber perdido toda esperanza de vida.
Dejo la liga de mi libro de bienestar personal espero les guste.
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¡Quien pueda corra a los brazos de la tierra!, una y otra vez se repetía la frase en su cabeza, el eco no cesaba, árboles de llanos lejanos, copas que a poco y tocaban las fugaces al pasar, mientras tanto neblina que parecía brotar de las rocas y musgos que a ellas cubrían, la furia entonaba cánticos sonoros que perplejo dejaban ya entrada en madrugada, así los cantares de la tierra se filtraban en el sin fin de melodías de bichos ansiosos de sangre y humedad.
¿De qué trata tanta sensación en el ambiente? implorar es indispensable en lugares oscuros, cuando el miedo incrementa los sentidos se agudizan, frío susurra lentamente cuando los bellos erizan la piel, inminente no voltear atrás, olores característicos del río, caminar es necesario siempre en linea recta para no caer, al menos mantener un paso firme sin poder ver más allá de los pocos centímetros iluminados al frente, murmullos a cada paso, vencidos ya los brazos, con pupilas dilatadas, harto de soledad, solo un deseo en mente, llegar dónde el primer rayo solar permita darle luz al último día.
No hay lugar, avanzar desmotiva, seguir mata, la muerte señala llevándose a su paso sin nada dejar, la rutina no volverá acontecer, las mañanas de atrocidad se irán, batallar en prevalecer improcedente resulta, fácil será accidentar sentires de antaño rencor por un querer, basta desafiar al ciclo vital anunciando mal trato, se queda con la vista perdida con enfoque a que nada sucedió.
Sucumbe el actuar frágil, las ansias implican un menor soporte de rotulas, ya viendo venir los cascajos de monolitos la profundidad del ser se inmuta, delatando temores más no pensamientos característicos de soledades por días, más cuenta no ver el pasado y se prefiere aferrar las garras en momentos idóneos de rutas por seguir, el bien hablar no vale sin quién necesite del saber cuan abundantes serán las conversadas, una, otra y otra vez, esto no se calma, ¿quién conoce la calma? sin demora ni colapses es imposible el arribo, si aun y tomando las precauciones se imposibilita el avance, es prescindible hacerse a un lado y dejar que quien venga continué tras haber perdido toda esperanza de vida.
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