Día de muerte y sacrificio

Ser juzgado de esa manera fue lo más cruel que pudo haber pasado durante un corto periodo de vida, el dolor ocasionado en el momento deterioró gravemente el cuerpo que lo contenía, antes de comenzar a sentir dolor todo comenzó a nublase mientras que un tubo de ensayo desprendía el olor más penetrante, desgarrador, totalmente horrible, su liquido interior contenía algo peor que el mismo ácido, se notaba que únicamente el vidrio del contenedor podía mantenerlo fuera de peligro, lejos del alcance de los cuerpos humanos, simulando que eran humanos, pues una figura aterradora se encontraba de fija mirada hacia sus objetivos, en la obscuridad solo se distinguía su silueta, sus ojos tenían el brillo de mil gemas, y en sus manos cargaba lo que se conoce como el libro de la muerte, todo a su alrededor carecía de vida y ocultaba toda luz posible. Un cuerpo suspendido en el viento, siendo atravesado por una luz muy resplandeciente con señas de irrumpir en cada uno de sus órganos, como si quisiera limpiar de impurezas una alma sucia como lo sucio de los lagos, los ríos y los mares que alguna vez de aguas cristalinas fueron poseedores, dejando en su mente un blanco, un todo en blanco un cuerpo de un humano sin razón de ser, sin tener más motivos para no yacer, olvidando todo tipo de recuerdos y profundizándose en un mundo nuevo, uno muy distinto a lo conocido, este nuevo mundo sin dolor, sin señas de amargura ni tristezas.

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