Ella Capítulo I

Ella, la máxima inspiración de mi pequeña vida.

Capítulo I

Es necesario contar algunas cosas, por ejemplo su belleza, ¿por qué me cautiva tanto?, si mal no recuerdo estaba ahí sentada sin decir nada, pero en su mirar encontré el paraíso, será posible que tanta dulzura y ternura llegaran a combinarse en una sola persona, pues lo hizo posible, en realidad no se desde cuando comencé a notarla, ya que cada mañana cruzábamos miradas y sonrisas, un !Buenos Días! tan oportuno para llamar su atención, quizá siempre lo supe, o tal vez no, pero fui descubriendo un mundo extraordinario sin siquiera tener la intención.

De pronto cada noche fui sintiendo desesperación, quería que las horas pasaran más rápido, dormir se me hacía eterno y quería simplemente acelerar mis sueños para despertar a un nuevo día y poder encontrarte como siempre ahí sentada, sin decir nada, pero para mí era todo lo contrario, en cabeza pensar que pudiera tener una plática extensa y bien argumentada sobre tus gustos y pasatiempos.

Cada una de tus historias por contar y cada verso, cada frase de tu intelecto, no solo tenía ganas de escucharte, buscaba recordar cada palabra y más tarde conectarla con mis sueños, poco a poco estar un paso más cerca de ti, de tu ser, moría de ansias por tocar tu cabello y quedara en mis manos su aroma, paso a paso allegarme a ti. 

Todo quedaba en pensamientos, sueños y deseos afortunadamente te tenía ahí justo a un lado de mí, ¿Cómo haría para acercarme?, no tenía planeado aun nada, lo que me llenaba de emoción fue que dentro de mí tenía el valor para hacerlo, sabía que lo lograría, me confié tanto que pasadas las seis semanas de buscar tantas miradas y desearle los buenos días, lo decidí y así con la decisión y un poco de temor me acerqué.

Aun lo recuerdo bien seis cuarenta y siete de la mañana marcaba mi reloj y mi corazón palpitaba a más de un millón por segundo, tal vez exagero eran las seis cincuenta y dos, nunca fui tan madrugador, pero lo que ocasionabas en mí era tan distinto, pues por ella pasaría mis noches en desvelo, y así entonces serían días de veintitrés horas y noches de una sola, con la única finalidad de encontrarle en mis sueños.

Entonces ahora decidido y con la frente en alto y un pequeño nudo en mi garganta le pregunté; ¿Cómo te encuentras hoy?, mis manos sudaban, nervioso a mas no poder y con mis piernas traicionándome, ella contestó - muy bien, ¿Y tú?- fui traicionado por mis nervios, ya que no me esperaba esa respuesta, a lo que solo le contesté; bien, e inmediatamente la conversación pasó de ser algo penoso para mí, a una encuesta de su sentir, tal vez la atiborré de tantas preguntas, pero me fui liberando de muchas cosas que sentía y quería saber.

Fueron los ocho minutos más largos y a la vez tan cortos de mi vida, pues se nos terminó el tiempo para la conversación.

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